lunes, 11 de enero de 2010

Audiencia Nacional

Lo venimos advirtiendo: no se trata de impartir justicia. No se trata de guardar una equidistante y democrática posición hacia todo agente perturbador del normal desarrollo del Sistema. No se trata de ser imparcial. Es todo lo contrario.

Se trata de perseguir, de satanizar, de buscar modos y maneras de poner a todos sus “enemigos” en el mismo plano; todos iguales, todos perseguibles, todos perseguidos.

O al menos ese es el mensaje que pretenden dar hacia fuera, hacia la opinión pública abúlica, aburrida o, al menos, más preocupada por los problemas reales que por las falacias que el sistema inventa.

Pretenden convencenos de que luchan denodadamente contra el terrorismo, toda vez que ya nos han demostrado hasta la saciedad, su frecuente mariposeo criminal –todos los gobiernos– para alcanzar eso que habitualmente llaman el final dialogado de la violencia.

Nos saturan con noticias de éxitos policiales, como si el momento fuera casual, mientras simultanean informaciones relativas a los presos de ETA y a las medidas que, por lo visto, estos pretenden iniciar de cara a exigir el reagrupamiento y aproximación a Vasconia y Navarra.

Apesta a podrido. Es la misma técnica de siempre: supuesta firmeza policial al servicio de una debilitada imagen de gobierno; reivindicaciones de los descontentos de la banda; concesiones y, a la postre, negociación... hasta que los mismos asesinos etarras se hartan y sacuden otro estacazo miserable y mortal para recordarnos a todos cuáles son sus objetivos, cuáles sus reivindicaciones y cuáles las políticas de mínimos que están dispuestos a aceptar: ninguna. Para ellos es o todo o asesinato y destrucción.

Y es en este juego macabro donde el gobierno de turno, y especialmente este tormento de Gobierno Zapatero que Dios confunda y castigue, necesitan redondear la cosa construyendo a marchas forzadas un terrorismo fascista que aún no han logrado más que les pese.

Hacen leyes ad hoc para que poder construir un letal enemigo equivalente, al que señalar a un tiempo como fascistas – eso ya les sale muy bien – y terroristas, pero como éste es un tipo penal que no logran ni aplicándose en serio, manipulan, tergiversan, influyen, instan, presionan a diestro y siniestro para lograr sus objetivos.

Así, ya nos sacudieron una sentencia – la primera – en la que como hemos venido manifestando en otros artículos y foros, encontraron odio ideológico –de nueva creación en el Código Penal- no en el verdugo malogrado y sus partisanos, sino en la solitaria víctima que viajaba en metro camino de un mitin legal.

Mientras se relamían pensando en su inmediata aplicación, para poder encerrar de por vida a todo tipo de fascistas, como se empeñan en calificar a todo aquel que se les opone y al que pretenden sojuzgar, colaban artículos y definiciones que la mayoría de los incautos pensaron que iban destinadas al terrorismo real, es decir al de ETA y el Islam y así, redactaban un artículo 577 que establece una elevación automática de las condenas – a su mitad superior – para los delitos cometidos por aquellos que, “sin pertenecer a banda armada, organización o grupo terrorista” busquen “subvertir el orden constitucional” o “alterar gravemente la paz pública”, o bien contribuyan a esos fines “atemorizando a los habitantes de una población o a los miembros de un colectivo social, político o profesional”.

Es decir, todo o nada; como se quiera leer. Y ello porque son conscientes de dos cosas: primero, de que han metido la pata hasta el corvejón, tratando de hacer ver ante los medios que se había desarticulado una peligrosa banda fascista-terrorista en Navarra y Zaragoza, y que, o mucho me equivoco, o más han de tener que adornar la cosa para que semejante boutade cuele, y segundo, de que si no hacen llegar el asunto a la Audiencia Nacional, quizá a manos de algún angelito corrupto, vengativo, prevaricador y miserable como por ejemplo Baltasar Garzón – e incluso a pesar de ello – la famosa Operación Quimera, se puede quedar en Operación Cagada, merced al despliegue mediático que se ha realizado para tan “poca chicha”.

Por eso, en estos días, los cinco detenidos por pertenecer presuntamente a la también presunta Falange y Tradición, han debido vivir con no poca intranquilidad y nerviosismo, la batalla llevada a cabo por la sección antifascista de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, a cargo de Daniel Campos, en connivencia con la Juez de Pamplona que lleva hasta ahora el caso – y que amenaza con plantear un Conflicto de Competencia ante el Supremo – y con la necesaria participación del Fiscal Jefe, Javier Zaragoza – de triste recuerdo por su papel en la disminución de condenas y penas a De Juana Chaos - cuando aquel ha pretendido la aplicación del citado artículo a este caso, con la única intención de televisarlo y elevarlo a categoría superior, merced al tratamiento que los medios dan a los casos de la Audiencia Nacional. De hecho, nada importará cómo termine el caso si antes han logrado judicializarlo por vía de la Audiencia Nacional. El juicio paralelo, mediático y definitivo estará logrado al margen de cualquier sentencia.

Esa y no otra era la intención de Zaragoza y el Fiscal General – que según la información publicada habría dado su visto bueno – cuando unas semanas antes de producirse las detenciones (¡oh, casualidad!) en octubre pasado, anunció su intención de ocuparse en la Audiencia de este tipo de delitos mediante la sección específica creada al efecto, a cargo del ya mencionado Daniel Campos.

Afortunadamente, el primer asalto lo han ganado los detenidos, mediante la negativa del magistrado Ismael Moreno, que ha entendido que el tipo no se ajusta, ni por asomo, al caso que se le plantea en Quimera. Pero no nos confiemos; tras los recursos de Reforma, primero, que ya ha sido denegado, y Apelación, después, que el magistrado entendió que no cabía cursar, ha sido presentado otro de Queja, ante la propia Sala que aún no se ha resuelto, y tras el cual aún quedará el Conflicto de Competencia.

Es decir que se trata de un nuevo asalto de la progresía judicial, tan beligerante con eso que pretenden calificar de terrorismo ultra, y tan comprensiva, simultáneamente, con los “sufrimientos” de De Juana Chaos.

Más vale que nos vayamos haciendo un hatillo, amigos y camaradas. Porque esto no ha hecho más que empezar, pero tristemente hay ejemplos en nuestra historia reciente de por dónde pasa inexorablemente la senda emprendida por estos tíos. Y también de en qué tapias termina.

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